La semana pasada descubrí un breve – por desgracia no recuerdo en qué
periódico – sobre un fotógrafo profesional llamado Keith Ellenbogen, del cual nunca había tenido noticia. Parece ser, que se encontraba en la
costa estadounidense de Massachusetts, filmando la fauna local, cuando vio una
aleta que sobresalía sobre la superficie del agua.
Pensando que se trataba de un tiburón peregrino que
nadaba hacia él, decidió esperarlo para conseguir una buena toma. Cuál sería su
sorpresa al descubrir que era un gran blanco. El tiburón se acercó a escasos
metros del documentalista, girando a su izquierda en el último momento para
evitar la colisión, como puede apreciarse en el vídeo (encontrado en Youtube, en esta página).
Lo curioso es que la anécdota tuvo lugar en el santuario marino de Stellwagen
Bank, que se encuentra a escasos kilómetros de Cape Cod, donde Spielberg
localizó su película Tiburón (Jaws, 1975). Recordemos que los hechos que
inspiraron el libro y, posteriormente el film, no sucedieron allí, sino en
Nueva Jersey, en 1916.
Este encuentro es una prueba más de que los humanos no formamos parte de la
dieta de estos grandes tiburones. En la inmensa mayoría de las ocasiones solo
sienten curiosidad, ignorándonos y siguiendo su camino una vez ésta ha sido
satisfecha.
Según esta página, de donde he sacado la información para la entrada, el último ataque mortal acaecido en esta parte del mundo, sucedió en
1936, a pesar de que es una zona muy frecuentada por estos depredadores en
busca de focas y leones marinos. Sí ha habido ataques más recientes, en los que
las víctimas han sobrevivido.