miércoles, 20 de enero de 2021

Cristina Zenato y sus tiburones

¡No tengo remedio! No doy abasto, y no se me ocurre otra cosa que dar vida a mi cuenta de Instagram, que llevaba dormida desde que la creé. Pero gracias a eso he podido conocer muchas cosas interesantes, y una de ellas tiene que ver con los tiburones.



Buceando por Youtube para aprender más, he encontrado este vídeo que puede sorprender a quienes no están familiarizados con estos magníficos animales. Una mujer introduce su mano, protegida, eso sí, en la boca de un escualo para quitarle los anzuelos que se le han quedado clavados. Impacta, ¿verdad?


Cristina es una buceadora italiana que reside en Bahamas. También trabaja como instructora de buceo y gusta de visitar cuevas sumergidas, pero hoy quiero hacer hincapié en su amor por los tiburones y en la labor que realiza quitándoles los anzuelos, que son ya más de trescientos.




Unos son más fáciles de quitar que otros, pero el proceso es siempre el mismo. Primero hay que conocer al animal, observar sus reacciones y conseguir a base de paciencia que se sientan cómodos y a gusto. Puede llevar semanas o incluso meses, pero el resultado merece la pena. Cuando sus visitas se hacen regulares, los tiburones acaban recibiendo un nombre que hace referencia a su apariencia física o a su comportamiento.



Una vez más podemos comprobar que lejos de esa imagen que nos transmiten el cine y algunos medios de comunicación irresponsables que solo buscan el sensacionalismo, los tiburones son animales apacibles que van a lo suyo sin atacar a los humanos que invadimos su medio. Son ellos los que están en peligro, no nosotros. Como veis, sigo con mi cruzada para cambiar la opinión generalizada, mostrándolos tal cual son, bellos, serenos, vulnerables. Muchos de nosotros ni siquiera somos conscientes del impacto que nuestro modo de vida tiene sobre la vida marina, y ese desconocimiento afecta a todos los seres vivos, nosotros incluidos.



De todas formas, no lo olvidemos, se trata de animales salvajes que siguen sus instintos, y una cosa es defenderlos y otra muy distinta olvidarnos de las precauciones más básicas. Se requiere mucha experiencia, mucho trabajo y constancia, para realizar algo así, por lo que nunca recomendaría hacer esto sin la preparación adecuada. A veces, con las ganas de ayudar, terminamos poniéndonos en peligro o perjudicamos la fauna que deseamos proteger.



Por cierto, los tiburones en cuestión son los de arrecife caribeño (Carcharhinus perezi), pero ya os hablaré de ellos en otra ocasión.




Como siempre ando escaso de material para mis entradas, contacté con Cristina para pedirle permiso. Quiero, por tanto, darle las gracias por haberme permitido publicar las fotos y por haberme dedicado amablemente su tiempo. Proceden de su archivo, y sus autores son: Kewin Lorenzen, Chris Millbern, Mae Dorricott y la propia Cristina Zenato.