El último día de nuestras vacaciones en Australia lo pasamos visitando la
ciudad de Melbourne, y uno de los hitos del día fue el acuario, donde pudimos
disfrutar de multitud de especies, entre las que se encuentra el tiburón toro
(Carchariass taurus), en inglés, Grey nurse.
También se lo conoce como tiburón tigre de arena o
tiburón damisela, y no hay que confundirlo con el que en inglés llaman Bull
shark (Carcharhinus leucas) que en español se traduce como tiburón sarda. A
veces esto de los idiomas es un auténtico lío.
Lo
primero que impresiona de los tiburones toro, además de su tamaño, son sus
dientes, que suelen sobresalir de unas mandíbulas situadas en la parte inferior
de su cónica cabeza. Miden algo más de dos metros, aunque a veces sobrepasan
los cuatro. Ya miden uno al nacer.
A
pesar de que se le encuentra en casi todos los océanos, generalmente cerca de
las costas subtropicales, su situación es crítica, siendo Australia el primer
país que se decidió a protegerlos, en 1984. De hecho, fue el primer tiburón protegido
del mundo. Desde entonces, están en la lista roja IUCN con la calificación de
vulnerable, y muchas poblaciones se encuentran gravemente amenazadas o incluso
agotadas.
Como no alcanzan la madurez sexual hasta los 6 – 8 años y solo nacen uno o
dos ejemplares en cada parto bianual, su declive ha continuado a pesar de la
protección. Por lo general, son víctimas de la pesca, tanto activa como pasiva,
así como de las redes que protegen las playas. Su aspecto fiero, motivó que en
la segunda mitad del siglo XX se les diera caza con arpones explosivos que
diezmaron la población.
Sin embargo, son animales solitarios y tranquilos que no suelen atacar a los humanos, ya que como mucho, prefieren robar las capturas de
la pesca submarina. Son más activos por la noche y se alimentan de peces, calamares,
rayas y otros tiburones.
Sus ojos son pequeños y su piel es gris o parda en la parte superior y más
clara en la inferior. Tienen dos aletas dorsales, la primera de ellas más cerca
de la zona pélvica, y una cola larga y asimétrica, con el lóbulo superior más
grande que el inferior.
En ocasiones traga agua de la superficie para mejorar su flotabilidad
neutra, lo que le permite consumir menos energía al nadar, gusta de acercarse
por las cuevas y tiene una tasa de reposición muy baja, ya que los embriones se
comen a sus hermanos más débiles antes de nacer. Además, como ya dije, los
partos se producen cada dos años.
Su carácter apacible hace que sea fácil encontrarlo en diversos acuarios por el mundo, donde se ha conseguido criarlos. Generalmente
los vemos nadar a un ritmo lento pero vigoroso, con esa eterna sonrisa.
Finalmente, aunque no es peligroso para los humanos, los submarinistas deben
prestar atención para evitar posibles mordeduras. No hay que obviar su gran
tamaño.